Collective Solipsism: Hipocresía y Criptofascimos [Matemáticas Maniqueístas, Círculos Maniqueístas]

Pienso que la hipocresía es inevitable desde un punto de vista dual. 

Pienso que el concepto de hipocresía se fundamenta en el maniqueísmo, que a su vez germina desde el dualismo, desde esa manía que tenemos de dividir el mundo, la vida, el universo, en dos extremos opuestos. El maniqueísmo representa la versión más extrema del dualismo, donde todo se reduce a una criba entre dos sacos, el saco del bien y el saco del mal. 

Una vez más recurro al puzzle como metáfora de un problema por resolver; desde este punto de vista todo a lo que nos enfrentamos en vida se asemeja a un puzzle que intentamos/queremos/debemos/y finalmente DE CUALQUIER MANERA RESOLVEMOS (hyperactive scar tissue, hyperactive conceptual mind).

La ignorancia es una constante en la ecuación de la vida. Por mucho que luchemos contra ella, y en verdad logremos ciertas victorias, siempre seguirá ahí, imperturbada por nuestros modelitos de realidad.

Sin embargo la aborrecemos, nuestra ignorancia, y la manejamos con enfermiza dedicación. 

Cuando nos encontramos en problemas, nos agobia que todos estén enmarañados. Nos agobia que todo esté mezclado en nuestras mentes y tripas y corazones con espantosa desorganización. INTUIMOS que debe de existir un orden con el que comprender nuestra situación y DECIDIR una respuesta acorde a nuestros deseos. Intuimos ése orden debajo de nuestra confusión, y nos esforzamos por «encontrarlo».

Nos humilla, nuestra ignorancia, nos exige humildad. Ante el susto de reconocernos desnudos TODOS, varias veces en la vida, nos acobardamos y nos arrastramos de vuelta a nuestra burbuja de ego, a nuestro universo de confort donde sentir esa mundana seguridad que nos proporciona lo re-conocido. 

Mientras negociamos nuestra valentía, la ignorancia nos apremia y exige que respondamos, y lo hacemos. Así que cogemos un palo, y empezamos a separar partes de la maraña. Cogemos un palo con dos extremidades, les damos nombre, y dividimos el problema en partes reconocibles.

Usando la metáfora del puzzle, dividimos el montón de piezas de puzzle para trabajar más cómodos, para no sentirnos tan impotentes frente a la tarea. Algo parecido aprendemos de bebés y de madres a la hora de comer, cuando adaptamos el bocado a nuestras bocas para no atragantarnos.

Organizamos las piezas en dos montones según un criterio para así llegar a nuestro objetivo, la realización del puzzle.

Nos agobia el número 1, tan bonito pero a la vez tan opaco, enmarañado y misterioso, que recurrimos al número 2, para dividir el 1 en 2 polos opuestos complementarios. Celebramos esa exitosa división, que reconforta nuestra temblorosa incomprensión y nos alienta a creer en nosotros mismos, algo de lo que nunca tenemos suficiente. 

En realidad también recurrimos a otros números, pero la sensación de claridad aportada por el 2 es irrepetible. Escogemos un criterio (el número 3, verdadera piedra angular de la lógica) y dividimos el montón de piezas en polos opuestos, aquí sí y aquí no, lo bueno y lo malo, lo dulce y lo salado, lo redondo y lo anguloso, etc…

Quizás uno de los mayores problemas es la facilidad con la que reconocemos polos opuestos a nuestro alrededor. Nos atrapan en su sencillez, nos dejamos atrapar por la distinción. Muchos no ven ningún problema, y es que no es tan fácil señalar la simplicidad del engaño, el poder del auto-engaño.

El dualismo es una herramienta, como todo, que crea terribles monstruos cuando se concibe como ley, como siempre.

Usando la metáfora del puzzle, dividir las piezas para organizarlas es útil, pero es una etapa en la empresa de resolver el puzzle, no una conclusión. Por X razones, a veces nos detenemos en nuestra empresa y nos declaramos victoriosos. Por pereza, conveniencia, miedo… por lo que sea, DECIDIMOS que hemos comprendido el problema porque PERCIBIMOS claramente la distinción que hemos obrado sobre nuestra confusa ignorancia. Sin duda AHORA vemos más claro que antes, y no son pocos quienes asimilan el éxtasis de tal éxito con el cumplimiento de su trabajo. Han organizado las piezas del puzzle, han resuelto el problema de las piezas confusas, ya no hay confusión por lo tanto el puzzle ha sido resuelto. (¿Cómo se podría llamar a esta falacia que consiste en responder a las emociones que surgen del conflicto con un problema sin responder al problema? )

De todos los dualismos el que separa el bien del mal es un clásico, viciado e idealizado hasta crear monstruosas religiones. El maniqueísmo es la palabra que describe ésta actitud, y sobre ella se fundamentan los mayores engaños de la historia del engaño. Sobre el maniqueísmo se fundamentan las grandes religiones y los grandes partidos políticos para crear a la bestia que nos acosa hoy en día, el fascismo.

Nos agarramos al dualismo porque nos ayudó anteriormente, pero se nos olvida soltarlo. Es un problema visible en ciencias y albañilerías: usamos martillos para clavar clavos eficazmente, a veces con tanto éxito que se nos olvida soltar el martillo y usar otras herramientas… sin darnos cuenta, lo seguimos usando fuera del taller, con nuestras familias, con nuestras ideas, con nuestras ignorancias…

Las guerras no se librarían sin el número 2, hacen falta 2 contrincantes, ni más ni menos. Los guerreros no serían tan orgullosos ni tan fundamentalistas de no ser por el número 2. Los fanáticos no sabrían idealizar a sus ídolos sin el 2, sin el odio al otro. Los ismos no valen tanto como a la luz del número 2. 

En cada campo de batalla vemos guerreros luchando contra el enemigo, ambos bandos luchan contra el enemigo. Desde fuera el circo se muestra patético y absurdo, desde dentro elegir bando es un asunto de vida o muerte. Siempre me ha parecido curiosa la pertinencia con la que ciertas personas (llamémoslas religiosos) argumentan contra el otro grupo sin notar siquiera que dichos argumentos se aplican a ellos mismos con igual pertinencia. Con los años he comprendido algo mejor ésta situación, y ahora entiendo que esos religiosos no ven la paradoja porque creen (deciden) que ya ven suficiente, su conocimiento (proyección maniqueísta) es paradójicamente aquello que les impide comprender la situación imparcialmente, su conocimiento es aquello que los encierra en su capullo y los define como capullos.

El fascismo es relativamente sencillo. El fascismo se erige sobre un círculo maniqueísta, dentro lo bueno, fuera lo malo, fin de la investigación. Todos los fachas están encerrados en su capullo de superioridad.

Y no parecen darse cuenta de que cada bando crea, literalmente, a su enemigo. Esto es típicamente representado por el Ying y el Yang donde nunca existe un extremo aislado, sino que ambos existen juntos, la existencia de uno implica la existencia del otro. De forma similar cuando alguien se cree todo «bueno» está generando en su entorno un grupo «malo» contra el que luchar pero sin querer darse cuenta de que en verdad está literalmente creando ése «mal».  Fuera del dualismo, la hipocresía se aparece como palabras y creencias parcheadas para crear una ilusión, una vez más, de coherencia e integridad. «Esto sí, por lo tanto esto no.» «Si esto es bueno entonces lo otro debe de ser malo». «Si esto hace daño entonces lo otro hará algo bueno, espero»…

El fascista crea dos polos, y se comporta al revés que el magnetismo: cuando los signos coinciden hay atracción y cuando no hay repulsión.

Las guerras fascistas son interminables, y esto es importante comprender, que se organizan para que sean interminables. El fascista dice querer eliminar al otro, pero lleva tanto tiempo odiándolo que si desapareciera no sabría qué hacer con sus pensamientos, a nada que se descuida ya se está creando otro «otro» al que odiar. Y de hecho es lo que ocurre, la fuerza de la rutina la llaman y es que la inercia es realmente algo serio y poderoso.

(Por esta razón se dice que los grupos reaccionarios, los «anti-«, no producen un sistema viable, no germinan, pues se agarran cual parásitos a su enemigo al que odiar y desde el que sacar fuerzas. Si desaparece su enemigo, desaparecen con él.)

Dicen que dijo Marx que la religión es el opio del pueblo, y llega a ser problemático la de religiosos que oigo aprobar la cita. Empezando por los Marxistas, que como muchos otros creen tanto en sí mismos y odian tanto al otro que no ven que su comportamiento se alinea con las bases del fascismo, con la religión maniqueísta. (pequeña nota de billis: considero que la biografía de Marx es el mejor argumento contra el marxismo)

Veamos algunos puntos que conforman al individuo fascista y su religión:

– Principio de simplificación y del enemigo único (el mal es una fuerza universal que surge de aquí, de allá, de los capitalistas, de los negros, de los hombres, de los ricos, de los idiotas, de los extranjeros, de los viejos, etc.)

– Cuantos más piensen como yo, más razón tendremos, y mejor me sentiré. Proselitismo básico, paradójicamente enfocado hacia la lucha contra la propaganda enemiga.

– Idolatría y Demonización, Maniqueísmo. Si haces una reproducción de una obra de arte siempre hay diferencias entre el original y la copia, y si haces copias de las copias las sutiles diferencias se agrandarán más y más… y es así como en muy poco tiempo los buenos son más buenos y los malos son más malos. Se pulen las imperfecciones, se esculpen héroes y villanos, y se construye un teatro de marionetas adaptado a la inteligencia de un niño de 4 años. 

– Simbolismo, se reconocen unos y otros por sus disfraces, colores y gestos que determinan quién está en tu bando y quién no lo está.

– Fanatismo, si no entregas tu alma al 100% hmmmm… sos-pechoso!

– Idealismo, viene a ser lo mismo que la idolatría, sólo que con todo lo demás. El romanticismo es algo parecido, un mundo simplista de colores primarios (cuando no es en blanco y negro) pintado por y para niños que no pueden comprender las terribles consecuencias de tratar de obligar a la realidad a acomodarse a sus extremadamente simplistas teorías sobre cómo puede funcionar el mundo, porque son aún niños.

– Obsesión por el control, sobretodo del otro, pero también de los suyos. Suelen crear modelos ideales de corrección, tablas de la ley y constituciones y cosas así, con los que (se) obligan a ser perfectos, pero sobretodo a no mostrarse como los otros, los desperfectos.

– El individuo sólo cuenta cuando cumple con los requisitos correctos, pero al fin y al cabo no es nada frente al sueño colectivo, frente a la utopía pintada sobre las banderas. Lo que importa es el grupo y las verdades que defienden contra las mentiras de los otros, el grupo enemigo. 

Adhoquismo, palabra que me invento para señalar el abuso (valga la redundancia) de la falacia Ad Hoc en términos maniqueístas idealistas, cuando el malo hace algo bueno es un engaño para hacer el mal, y cuando el bueno hace algo malo es, es porque, no que, seguro que es un error, no no el bueno es bueno, seguro que es un rumor inventado por el malo, sí, serán malos los malos, cagüen su puta madre cómo odio a los malos..

– Y todos los demás Ismos oiga, que no falten. Modelos de realidad que se enfrentan a imaginarios modelos de realidad, se forman bandos, se consolidan sus demarcaciones, y se explican los males de este mundo porque «el otro» existe, o se imaginan unos y otros lo absurdo que sería el mundo si «el otro modelo» triunfara (Falacia del hombre de paja diría yo, llevada al grado de esquizofrenia diría yo).

– ILLUSIÓN, mayormente, de todo pero sobretodo de comprensión, de claridad, de verdad, de conocimiento, de orden y de savoir-faire, de ciencia y de potencia, de ser, de estar, de…

Dejémoslo ahí, que seguro que se podría seguir. Y volvamos una última vez a esa terrible palabra que es la hipocresía. Hipócrita es quien dice algo y hace lo contrario. Ahora lo que aquí vengo explicando a mi manera, es que el hipócrita no se da cuenta porque su concepción dualista no se lo permite. Es como decirle a una computadora binaria que el 1 y el 0 no valen para codificar la información, puede entender el mensaje pero no aceptarlo pues su realidad ya le dice que sí que puede. 

Es un deporte moderno señalar la hipocresía de los demás y avergonzarse cuando emerge la propia, ejemplos no faltan. Es un deporte, la hipocresía, lleno de estrategias y contrincantes. Yo mismo he perdido la cabeza muchas veces, rebotando de un lado a otro del campo de batalla creyéndome alternativamente a salvo y a disgusto. Descubrir que haces algo que antaño criticabas y/o viceversa es de lo más común. Disonancia cognitiva pueden llamarla algunos, ese estado catatónico de indecisión y duda ante el rompecabezas que nos plantea nuestra propia mente contradictoria, nuestra manía dualista de llegar a una conclusión binaria maniqueísta, «esto bien, esto…mal».

Para terminar quisiera simplificar lo que quiero decir.

1. Considero la hipocresía un síntoma de la enfermedad maniqueísta, no el problema.

2. La enfermedad surge del dualismo, que tampoco es un «enemigo» sino una herramienta que debemos aprender a superar.

3. El 3 aporta perspectiva al 2, así de sencillo. El racismo (de «ambos bandos») termina cuando insertas un 3er color, el bipartidismo lo mismo cuando un 3er bando señala el parentesco entre izquierdistas y derechistas, y un larguísimo y torturado etc.

4. El fascismo es el hijo del fanatismo político y del fundamentalismo religioso, acunado por el maniqueísmo entre 4 paredes pintadas con cuentos serios y pesadillas de colores llamativos. 

5. Muchos auto-proclamados anti-fascistas no son capaces de reconocer su hipocresía (contradicciones que sólo aparecen cuando te alejas del campo de batalla), a todos ellos los clasifico como cripto-fascistas, tan empeñados en luchar contra el fascismo (sin estudiarlo…!) que no se dan cuenta de que caen en los mismos vicios, en las mismas dinámicas mentales/sociales para creerse «del bando de los que luchan por el bien y el progreso y un mundo felíz, no como esos tontos egoístas fascistas hijosdep…»

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"Ni totalement mort, ni réellement vivant, une ombre dans le monde de la lumière, mais bientôt...bientôt, le bout du tunnel."
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